Moría la tarde de prisa
el viento arrastraba música bailable
y resaca prematura
ella se adentraba
ajena a la espuma y la sal que invadían sus piernas
a las olas que ceñían su vestido
Murmurando mantras amorosa
como quien decía
“
ven mi niño a conocer el mar”
avanzaba tratando de sonreír
irradiaba caricias esparcía
en el agua las cenizas de nuestro hijo
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