martes, marzo 14, 2023

Casa vieja

 

Casa vieja. Achacosa. Su queja favorita era el rechinar de las escaleras cuando pasaba mucho tiempo sin barrerla, o cuando las primeras lluvias permitían conocer las nuevas goteras en el techo. Casa grande, que acumulaba misterios todo el tiempo en varios altillos, una bodega, una habitación vacía e incluso en el patio, que se llenaba de objetos todo el tiempo: instrumentos agrícolas, envases, maletas que tíos lejanos habían dejado encargados. 

Mi abuelo había muerto hace poco, pero ya había fantasmas desde mucho antes. Decenas, tal vez cientos de personas dejaron parte de su historia en la vieja casa familiar y de vez en cuando regresaban, o eso decía mi abuela, porque en esos días las apariciones eran más frecuentes. Ella me había convencido de que el tiempo era lineal, no cíclico. Que la gente se quedaba para resolver algún asunto después de morir o que volvía al ser invocada por un objeto o emoción. 

Es tarde, yo había estado leyendo en la cama de mi abuelo, con el toldo puesto como si se tratara de una tienda de campaña. No había nadie más en casa y la puerta estaba cerrada, pero el sueño me estaba venciendo y francamente, me daba pereza bajar a abrir la puerta del zaguán y dejarla junta para que no tuvieran que esperar a que yo despierte para entrar. "mejor que esperen", pensé mientras me acomodaba para dormir un rato, pero entonces empecé a escuchar un murmullo que salía del estudio del abuelo en la planta baja, abría el zaguán dando un portazo y subía las escaleras arrastrando pesadas cadenas. Sin posibilidad de escape y descartando que se tratara de una broma, solo alcancé a taparme la cabeza con una almohada mientras un portazo aún más fuerte me dejaba saber que las cadenas ya habían entrado a la habitación. Para entonces, una sensación de furia invadía toda la casa, como una niebla que aparece de súbito en el cerro. La piel de gallina. Los dientes rechinando. De súbito, las cadenas me agarraron con fuerza del brazo hasta que finalmente abrí los ojos y pude ver el toldo moverse con violencia y unas partículas de polvo revolotear frenéticamente entre los rayos de sol que se colaban por el tragaluz. 

Ahora, que sé que el tiempo es cíclico y que volveré a la casa de infancia, me pregunto quién estará en la habitación cuando me toque repetir ese momento de pavor. O si podré ver a quien arrastró las cadenas, y averiguar si me trataba de asustar a mí, o simplemente repetía algo de su pasado. Encadenar al perro que se había subido a su cama o algo así. Por ahora, solo la casa lo sabe.

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