El boliviano Kiro Russo llevó su cortometraje “Enterprisse” a festivales en Bratisteva, La Paz, Cambridge y Madrid. Un trabajo universitario que resalta el diálogo entre generaciones/universos, y en el que las cosas no siempre son lo que parecen.
Al principio, a pesar de estar en blanco y negro, cualquier millennial reconoce a Woody, el vaquero de “Toy Story” (John Lasseter, 1995) tirado en una plaza con la mirada hacia el infinito. Después, la geometría de un mueble de sala sirve de excusa para reconocer al cargador en su barrio, un lugar evidentemente pobre, en el momento en que parte a ver al Woody hacia el parque de diversiones. Allí notamos que Woody es un monigote gigante que debe llevar a sus espaldas mientras sube las escaleras de un cerro.
Cuando el cargador llega al parque, nos damos cuenta de que no todo pare lo que es: el Woody dista mucho del original. Estamos en una feria de pueblo, un lugar poco elegante, que presenta otro universo, uno más bien precario.
Enterprisse de Kiro Russo from Universidad del Cine on Vimeo.
Poco a poco, el montaje se acelera y nos recuerda a algunos momentos de El hombre de la cámara (Dziga Vertov, 1928). Además, los planos en que se muestra el hierro y el movimiento, le dan un aire futurista, que lleva al cargador al asombro. Esa oda al movimiento, que parece provocar al infinito, termina en un momento de silencio, en un plano de nubes que raya en lo sublime. Entonces, el cargador se decide y se sube al juego. A partir de entonces, la película deja de verse en blanco y negro y el color invade. Vemos al cargador en primer plano, como tratando de mantener la compostura, pero su emoción es evidente. Ha cobrado vida. Ha llegado al infinito.
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