lunes, junio 21, 2004

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¿Cómo encarar la corrupción?
La identidad naranjaleña
Propuestas y turismo
Mi pana Chávez
Formación ideológica
Hiroshima
¿Damnatio memoriae?
Llegó el S.R.I.
17 de junio, Día mundial contra la desertificación

¿Cómo encarar la corrupción?
Antes de dilucidar tal interrogante, valdría preguntar si vale la pena encararla. ¿Qué tal si nos quedamos de brazos cruzados mientras observamos con recelo, certeza -o hasta con conocimiento de causa algunos- cómo aquellos que siempre vivieron en casitas, en poco tiempo dejaron sus anteriores actividades económicas y empezaron a construir mansiones, a comprar vehículos del año o establecer nuevos negocios... en plena crisis económica?. Hemos visto el enriquecimiento, pero no se han hecho públicos los informes de los concejales o del alcalde en el que debieran explicar su progreso tan afortunado.
¿O será que estuvo mal limitarnos a espectar las peleas, el teatro, los dimes y diretes del sector político? Peleas que nunca llegan a nada, ya que los pocos que terminan en la cárcel suelen ser chivos expiatorios. ¿Cómo afrontar este problema? Es muy cómodo decir que ese asunto no nos afecta, o que es mejor dejar las cosas así para evitar inconvenientes; sin embargo, nuestros problemas de salud, el desempleo, la educación mediocre, e incluso la apatía con que vivimos... ¿no son acaso un mal peor al hecho de permitir que nos roben?
¿No sería mejor buscar soluciones tales como fomentar la participación ciudadana, concienciar a la sociedad de cuánto perdemos nosotros o nuestros hijos y nietos por este mal; fortalecer a instituciones como la Red Cívica Anticorrupción, de tal manera que no vaya a ser politizada y sea verdaderamente cívica; o simplemente hacer respetar nuestros derechos ciudadanos permanentemente?Hace tiempo los naranjaleños hacían valer sus derechos e integridad y tomaban medidas para evitar que se les falte el respeto, pero esa autoestima se fue diluyendo, apagándose con el conformismo. Tal vez debido a la crisis, empezamos a preocuparnos más por los problemas económicos particulares. Otros más decididos optaron por emigrar.
No es que toda la ciudadanía se haya rendido ante este problema, sin embargo, los que critican, los que reclaman; suelen ser minimizados, perseguidos o desairados por quienes ostentan el poder; y a falta de evidencias que certifiquen la existencia de corrupción, y sobre todo, sin funcionarios corruptos encarcelados, los afanes de esos grupos suelen quedar en nada.
A este paso, llegará un momento en el que no quede quién reclame por los intereses de la colectividad. Es necesario que la ciudadanía adopte una postura clara. En vez de quejarse a escondidas por meras suposiciones, deberíamos insistir para que en cada escándalo se investigue hasta la raíz del problema, de tal manera que no quede ninguna duda en cuanto a la honradez o inmoralidad de quienes administran nuestros bienes, y sean absueltos o castigados. La Red Cívica Anticorrupción es una opción que debe ser fortalecida por la ciudadanía para evitar la politización por parte de uno u otro bando, los ciudadanos debemos hacerle entender a la clase política que ya es tiempo de cambiar la forma de encarar la corrupción para terminar con este mal de una vez por todas.

La identidad naranjaleña

Gracias al Honorable Consejo Provincial del Guayas asistí a la última Convención Nacional de Turismo en Imbabura. Se suponía que iba a respaldar la candidatura de mi provincia para captar la sede de la próxima convención, sin embargo, la tesis que manejaron los delegados de la Mancomunidad de la Península de Santa Elena fue precisamente la de captar la sede para ellos como Península. Indagando un poco, fui aprendiendo más acerca de la concepción que tienen de sí mismos. Están muy definidos en cuanto a quiénes son, es decir su historia, sus costumbres, sus razas ancestrales, sus necesidades comunes, su potencial de desarrollo, etc.; características que los define como un sector muy bien delimitado dentro de lo que es el Gran Guayas. Me comentaba un líder comunitario que existen circunstancias históricas profundas que justifican la provincialización de ese importante sector, tantas que no se podrían mencionar todas en este artículo.
Al ver la pasión con la que se expresaba y defendían su identidad local, al punto de aspirar a la provincialización, me preguntaba... ¿y nosotros?, ¿existe una identidad naranjaleña?, ¿qué es lo que nos define como cantón, a más de los límites geográficos?. No se enfatiza lo suficiente en cuanto a lo que fuimos; no se han investigado las culturas que habitaron nuestra tierra; nuestra memoria milenaria tiende a perderse por la falta de investigaciones serias y porque no se ha sabido valorar nuestro legado histórico, a tal punto que no se ha respaldado iniciativas tales como el Museo Prof. Miguel Uyaguari; y en cuanto a lo que somos, no se avizora un nexo común, algo que podamos definir como NARANJALEÑO, a pesar de nuestra riqueza ecológica, a nuestro potencial turístico, o nuestra tradición agrícola, no se ha logrado encauzar lo local hacia nuestro inconsciente colectivo. El mayor intento hasta ahora fue el proyecto “Ruta del Cacao”, que ojalá reciba en algún momento el apoyo que merece de parte de las autoridades locales.
Aún no es demasiado tarde para iniciar un proceso de rescate de lo nuestro. Hay muchos sociólogos, arqueólogos, antropólogos, etc., que vendrían gustosos para redescubrir nuestro legado; no para que germine en nosotros el espíritu del divisionismo, que tanto daño le ha hecho a la humanidad, sino para que los naranjaleños tengamos una identidad local en este mundo globalizado. Sea a partir del cacao o de nuestra historia ancestral, el quid del asunto es encontrar ese algo que compendie y fortalezca nuestro orgullo de ser naranjaleños.

Propuestas y turismo

Las propuestas de campaña de casi todos los candidatos incluyen alguna acción en beneficio del desarrollo turístico. Sin embargo, imprecisiones tales como “adecuar los sitios turísticos de acuerdo a las necesidades de cada sector” o “desarrollar planes de explotación turística con el ministerio respectivo”, hacen pensar que se las incluyó por cumplir con una expectativa electoral, y no en base a un verdadero análisis de este rubro.
Nuestros recursos turísticos están en los manglares, haciendas, centros de rescate, bosques protectores, etc., no en el cemento ni el adoquín. Para estudiantes y profesores de turismo; funcionarios de instituciones públicas y privadas especializadas, nacionales y extranjeras; consultores, etc., que han conocido Naranjal, resulta risible el tiempo perdido debido al ostracismo y la miopía de las autoridades locales, que se dedicaron a despilfarrar miles de dólares en ornamentos y arcos de cemento que ni son realmente turísticos ni tienen utilidad alguna; y en trípticos que se distribuyeron alegremente a pesar de estar mal elaborados y con errores de contenido, desoyendo los criterios de quienes pudieron aportar con ideas y recursos.
Antes de construir más arcos o monumentos a la vanidad, Naranjal necesita capacitaciones en servicio al cliente y de restaurante, guianza, elaboración de artesanías, etc. Además, es imprescindible elaborar un inventario de nuestra flora y fauna; rescatar nuestro legado histórico y cultural con investigaciones serias; tomar medidas eficientes para proteger nuestros recursos naturales y evitar la tala indiscriminada e invasiones; e integrar a todos los actores públicos y privados en una Asamblea Cantonal de Turismo que realice un plan estratégico cantonal que dé lugar, por ejemplo, a la Descentralización de este sector por parte del Gobierno Municipal en unión con todos. Solamente con el aporte mancomunado a través de convenios y pasantías con ministerios, universidades, ong's, empresa privada, comunidades, etc., podremos articular una propuesta de desarrollo sostenible para nuestro cantón que deberá incluir también la gestión de créditos para el desarrollo comunitario y fondos para garantizar el equilibrio ambiental.
El proyecto “Ruta del Cacao” no recibió el respaldo que necesita. El Gobierno Municipal no formó parte de ningún convenio para desarrollarlo, y aún cuando han venido funcionarios del Ministerio de Turismo a buscar respaldo, se han negado a colaborar, argumentando, paradójicamente, que “no hay dinero para ese rubro”. Han sido iniciativas particulares locales, y organizaciones e instituciones foráneas las que algo han hecho por impulsar a este sector.
El desarrollo turístico es factible. Esperemos que la próxima administración tenga más visión con este rubro, que si bien no representa tantos votos como una calle mal adoquinada, constituye lo que los naranjaleños realmente necesitan: PROGRESO PARA TODOS.

Mi pana Chávez

Hace tiempo conversaba con amigos acerca de cómo los medios se han confabulado en contra del presidente Chávez, sirviendo a los intereses del Imperio gringo, cuya ambición por el petróleo lo lleva a promover guerras, invasiones y matanzas; comprando la dignidad de unos pocos para perjudicar a naciones enteras. Venezuela es un caso muy particular, ya que Chávez -que no se rindió ante los condicionamientos del Fondo Monetario Internacional- le dio prioridad a la educación, la salud, el desarrollo comunitario y la dignidad de los venezolanos en una clara oposición al Imperio y al neoliberalismo.
Los medios habían tratado de vendernos una imagen según la cual el descontento era generalizado, y en esas circunstancias tal vez era preferible romper la constitución y derrocar al presidente. En muchos casos avizoraban la caída del “aprendiz de dictador”, del “comunista que no respetaba los derechos humanos”. Incluso la revista Vistazo le dio casi dos páginas a un artículo en el que el autor acusaba a Chávez de intolerancia abuso de poder y autoritarismo. El mismo autor suponía que en el plebiscito revocatorio el pueblo diría NO al modelo social implantado en Venezuela, pero la verdad fue muy diferente: el pueblo dijo SÍ a Chávez. Sí a la dignidad y al desarrollo social y equitativo.
Llama la atención el hecho de que Chávez, a pesar de su supuesto autoritarismo e intolerancia, jamás haya cerrado un medio de comunicación; que haya dejado la continuidad del poder que ostentaba en manos del pueblo; que el nivel de educación en Venezuela se esté proyectando como uno de los mejores de la región... en fin, que la imagen que estamos recibiendo de él sea tan diferente a la realidad.
Un buen día, una amiga miraba contrariada el resultado del plebiscito, mientras otro amigo me decía “mira, ganó tu pana Chávez”. En un principio no capté el mensaje, pues no me considero su “pana”. Sin embargo, la divergencia de opiniones debido a la desinformación en cuanto a la realidad Venezolana me hacen preguntarme: ¿cuál es la verdad? ¿hasta qué punto logran engañarnos los grandes poderes? ¿por cuánto tiempo se puede mantener una mentira? ¿por cuánto tiempo se puede engañar a todos?
En nuestro medio hay realidades que nadie confronta: el coincidente y súbito enriquecimiento de algunos políticos que llegaron al poder, la inequidad social; la desatención a las obras prioritarias... a diferencia de Venezuela, que se volcó a las urnas a opinar, aquí pareciéramos padecer de desesperanza adquirida, un estado de apatía que nos impide preocuparnos por lo que sucede a nuestro alrededor. Es allí donde cobra sentido el que me consideren “Pana” de Chávez: el preocuparme por lo que pasa por allá resulta bizarro en nuestro medio. Muchos piensan que está bien que los políticos roben, siempre y cuando hagan obras; que lo lógico es dejar hacer y dejar pasar, mientras unos pocos devoran ávidos nuestros recursos.
¿Cuándo tomaremos conciencia de nuestra realidad? ¿llegará el día en que, al igual que los venezolanos, vayamos a las urnas con conciencia y convicción para, mediante el voto, resolver nuestros grandes problemas?

Formación ideológica

La constante evolución de las telecomunicaciones y la alienación cultural por parte de los medios, han ido canalizando la perspectiva de los jóvenes hacia polos opuestos e irreconciliables. Por un lado, la búsqueda del bienestar material individual y la deificación de los sentidos, como el caso de quienes trabajan de sol a sol para ganar lo suficiente para la farra; y por otro, la lucha por causas que van más allá de nuestra individualidad, como los jóvenes que lo dejan todo para ir a salvar a las ballenas, o se unen para protestar en contra de procesos que sencillamente sobrevienen cual aplanadoras, como en el caso de la globalización. ¿Existen grupos que ven más allá de sus narices y buscan la trascendencia, pero sin alejarse del suelo? Habrán esfuerzos individuales, pero no es una norma encontrar a la juventud enfocada en temas como la política, la comunidad, la familia... Es allí donde el tejido social se muestra particularmente frágil, ya que los partidos políticos, movimientos e instituciones familiares han fracasado rotundamente en su función de integrar a los jóvenes a la sociedad desde esas perspectivas. La Familia como institución tiende a desaparecer, y en cuanto a formación política, solo se busca a los jóvenes para pedirles el voto, para usarlos con fines meramente proselitistas; a tal punto que resulta irrelevante la carencia de una formación ideológica, o el hecho de que no sepan la diferencia entre socialismo y neoliberalismo. Basta con ser populares y arrastrar votos.
Es aquí donde se avizora el problema de fondo. Si no tenemos una buena base para formar una familia, ¿qué podremos esperar mañana de nuestros hijos? Y si no hay una formación política y ética para los jóvenes por parte de los partidos políticos, ¿cómo culpar después a los que roban, violan las leyes y se cambian de partido según sus conveniencias? Generaciones enteras de políticos están fracasando vergonzosamente debido a su falta de formación, y la tendencia es que las nuevas generaciones sean peores.
Es hora ya de iniciar un proceso de concienciación y formación ideológica. Necesitamos entender que la política no es para enriquecernos o medir nuestra popularidad, sino para servir a la sociedad. Sin elementos de juicio, sin formación, volamos a ciegas en la tormenta; pero... ¿quién se ocupará de estas iniciativas tan importantes?

Hiroshima
A primeras horas del 6 de agosto de 1945, por orden del presidente Truman, el Enola Gay lanzaba una bomba atómica que explotó a 560 metros de altura sobre Hiroshima, levantando una bola de fuego que consumió todo lo que halló a su paso. Los que no fallecieron por la onda explosiva, murieron después a causa de la lluvia negra cuando la gran nube se condensó, o por una onda de viento de fuego que arrasó nuevamente con todo hasta contar unas 78.000 personas inocentes. Los Hibakusha, o sea, los sobrevivientes, padecieron terribles enfermedades debido a la degeneración de sus órganos provocada por la radiación. Agonizaron durante muchos años, dependiendo de la distancia entre ellos y el epicentro de la explosión. Los ríos se contaminaron y la vida se marchitó en un radio de más de cuatro kilómetros a la redonda.Diez años después de la explosión, una niña de doce años de edad llamada Sadako Sasaki, escuchó de una amiga, que si elaboraba mil grullas de papel, tendría buena suerte y recuperaría su salud, ya que había contraído leucemia. Sin embargo, no pudo sobrellevar la enfermedad y falleció, dejando su labor inconclusa.Poco después, en todo Japón se divulgó la historia de esa chiquilla, y niños de todas las escuelas se dedicaron a culminar la labor de Sadako, doblando miles y miles de grullas de papel. La noticia trascendió fronteras, y chavales de todo el mundo empezaron a doblar grullas y enviárselas a enfermos en etapa terminal en hospitales; y a políticos e intelectuales de todo el mundo como un homenaje a la esperanza y a la fe en nosotros mismos.Con la bomba atómica, muchos llegaron a la conclusión de que no había futuro, de que el hombre había tocado el fondo de la decadencia moral y que la aniquilación de nuestra civilización no solo era inevitable, sino también necesaria, ya que sería la única forma en que nuestro planeta y las demás especies pudieran sobrevivir a la destrucción total.Con la historia de Sadako, aún en estos tiempos de cicatería y prepotencia podemos atrevernos a soñar con un panorama diferente y a percibir que otro mundo es posible: un mundo de tolerancia, paz, respeto a la vida y a los derechos humanos; un mundo en el que los ideales no sean vistos como un valor caduco e intrascendente; y son héroes anónimos con iniciativas que parecieran ser utópicas o aparentemente insignificantes como un simple origami, quienes determinan el potencial de un cambio de conciencia en nuestra sociedad.Heroínas como Sadako Sasaki, de doce años de edad, ayudan con su ejemplo a rescatar algo positivo de un evento de tan triste evocación y nos permiten recordar que aún en el más árido de los desiertos, puede germinar y florecer lo mejor del espíritu humano.

¿Damnatio memoriae?

En el antiguo Egipto y Roma, se aplicaba la Damnatio memoriae, o condena de la memoria a faraones que cometían arbitrariedades y estupideces faraónicas y a emperadores repudiados por su prepotencia, tiranía o vanidad. La condena consistía en quitar su nombre de los registros oficiales y de los monumentos que construyeron para mantenerse en la memoria colectiva.El artículo 21 de la vigente Ley de Control del Gasto Electoral expresa: “Prohíbase, a todo organismo o entidad pública, funcionario, empleado o servidor público, la utilización de los recursos y bienes públicos, al igual que promocionar sus nombres o partidos en la obra o proyectos a su cargo. Quien infringiere esta disposición será sancionado con la revocatoria del mandato o destitución del cargo”. La Contraloría es la responsable de instrumentar y operar a través de su personal el seguimiento por el uso indebido de recursos públicos. Considerando tal escenario de corrupción, del que no teníamos noción debido a la arbitrariedad con que el alcalde promueve su nombre en la obra pública, vale preguntarnos:Asumiendo que lo hizo por mera ignorancia, cosa que no justifica el incumplimiento de la ley ¿rectificará esta ilegalidad?; ¿borrarán las Juntas Parroquiales las inscripciones?; ¿cómo es que Contraloría no vio la infracción, si lo auditan al Alcalde casi todos los años?; si los auditores de dicha entidad no revelaron el incumplimiento del Artículo 21 ¿habrán más irregularidades no detectadas en auditorias previas? El problema de nuestro tiempo no es solo la corrupción, sino la impunidad. Muchos tendrán temor de quitar el nombre de Alcaldes o Prefectos de las obras, pero la ley es la ley, y los funcionarios deben ser los primeros en cumplirla, aunque tal vez sea iluso sentarse frente a esos monumentos a la vanidad, esperando a ver cómo quitan los nombres de quienes aspiran a la trascendencia utilizando el dinero del pueblo. Tendrán que venir nuevos funcionarios que apliquen la ley y devuelvan la dignidad a nuestras instituciones, recordemos que la condena se aplicaba a la salida de esos malos gobernantes. ¿Cuándo se sentará un precedente en cuanto al respeto que se merecen los ciudadanos y al destino que deben tener nuestros recursos? La aplicación de una Damnatio memoriae criolla suena demasiado buena para llegar a ser aplicable, al menos eso pensarán quienes perdieron ya su fe en el país y en las leyes.

Llegó el S.R.I.
Casi con sorpresa, los naranjaleños vimos en días pasados cómo eran cerrados los locales comerciales del centro de la ciudad; incluso algunos de los más grandes empresarios tuvieron que cerrar sus negocios. Se puso en evidencia la falta de cultura tributaria, y luego la sabiduría criolla; ya que muchos tomaron “vacaciones” para evitar la respectiva clausura y fueron más notorios esos locales cerrados para evadir la sanción que los mismos locales clausurados. Hubieron también quienes sacaron sus productos a las veredas -con las puertas cerradas- para continuar con el negocio, y es que las inversiones por el día del padre tenían que recuperarse de alguna manera.
Muchos se niegan a tributar porque consideran que los impuestos no son retribuidos con obras, y es que las autoridades locales han desaprovechado los recursos del Estado, excepto por las asignaciones que le tocan cada año. Si hubiera en nuestro cantón una verdadera cultura de gestión para consecución de fondos de forma transparente, se aprovecharían esos recursos que hay en los distintos Ministerios, tales como el de Bienestar Social, para instaurar comedores populares; o el MIDUVI, para dar verdaderas soluciones habitacionales a los desposeídos; o el de Turismo, para obtener capacitaciones y proyectos para la Ruta del Cacao. Sectores que si bien no constituyen una votación representativa, tienen derecho a mejorar sus condiciones de vida.
Muchos cantones aprovechan esas oportunidades de tal manera que el presupuesto local llega a multiplicarse con esos fondos, que suelen ser manejados directamente por los Ministerios (o sea que las obras ya no salen a nombre de los gobiernos locales), porque la búsqueda de bienestar para el pueblo es más importante que la mera vanidad de poner en una placa que fue tal o cual funcionario local quien hizo la obra.
¿Habría más conciencia tributaria si los naranjaleños vieran las obras del Gobierno Nacional en nuestro cantón? Tal vez si, tal vez no. Recordemos que por otro lado está la idiosincrasia: en estos tiempos el más “sabido” es el que menos paga y consigue más para sí mismo, aún a pesar de las leyes y las necesidades de los demás. En todo caso, se vuelve necesaria una oficina de asistencia tributaria que ayude a los comerciantes a ponerse al día con la ley.

17 de junioDía mundial contra la desertificación

Pareciera exagerado hablar de desertificación en un cantón que tiene semejante biodiversidad. Nuestros manglares, bosques protectores, humedales y áreas agrícolas, nos convierten en uno de los sectores más ricos de toda la costa, sin embargo hay que recalcar que nuestro ecosistema es muy frágil.Si ya es un problema que los pesticidas usados en las bananeras sigan contaminando nuestros ríos; la tala de madera en el bosque protector “Cerro de Hayas” a vista y paciencia de las autoridades; las invasiones en la Reserva Ecológica Manglares Churute; la tala de manglar para dar paso a camaroneras que finalmente colapsaron por el uso y abuso de químicos; las aerofumigaciones en las plantaciones de banano; la falta de control de la caza en ecosistemas frágiles; la permanencia del basurero municipal en las riberas del río Chacayacu, y la carencia de una verdadera política ambiental para nuestro cantón, nos exponen a padecer de desertificación en el largo plazo, ya que nuestros ríos están supeditados a la presencia de bosques que para mantenerse, además de la tala indiscriminada, deben enfrentar la extinción de aves e insectos que aseguran el hábitat con la polinización. Todo en la naturaleza está concatenado, sin embargo el ser humano pone el desequilibrio con su constante búsqueda de riqueza material en un equivocado concepto de lo que es progreso. La única forma de mantener el equilibrio es concienciando a la población para que sea parte integral de cualquier proceso de crecimiento. Son imprescindibles la investigación, la educación, y la capacitación en temas específicos tales como el turismo comunitario, ecoturismo, microempresas, agricultura orgánica, etc., pero es allí donde ni el Estado ni los Gobiernos Locales han definido una política clara que permita integrar a las comunidades para que se conviertan en factores clave de desarrollo.
La empresa privada es parte del problema, y a pesar de los mejores precios y el potencial del mercado para el banano orgánico, aún no se pone en práctica una estrategia que permita mejorar la economía de nuestro cantón. Recordemos que somos una zona bananera, y si la producción cantonal encontrase un nicho de mercado, los mejores precios de la fruta permitirían dinamizar la economía local. Lo mismo se puede aplicar al cacao, al camarón o a otros rubros tales como el turismo.
Se puede alcanzar el desarrollo económico sin perjudicar el medio ambiente. Todo es cuestión de cambiar algunos paradigmas y entender que nuestros hijos y nietos tienen derecho a vivir en un ambiente sano y libre de contaminación; no como en otros países, donde la gente se muere por no tener agua en lo que hace pocos decenios eran inmensas selvas vírgenes. Todo es cuestión de empezar a decidirnos a lograr un cambio, anteponiendo el bien común al de quienes pretenden hacernos creer que sus decisiones erradas no tendrán consecuencias negativas en el futuro. Naranjal necesita un cambio, no solo por nosotros, sino también por el país y el mundo.

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