Cuando el Gobierno le daba miles de millones a los ricos, parecía normal, justo y hasta indispensable. La sucretización de las deudas de los empresarios, la estafa bancaria, los contratos para mantener el sistema de barcazas para almacenamiento de energía, por mencionar unas cuantas medidas, le costaron a Ecuador años de desarrollo. Las clases medias lo permitieron y los pobres, en general, ni se dieron cuenta.
Ahora, el candidato Lenin Moreno ofrece otorgar recursos para que los extremadamente pobres salgan de la extrema pobreza, para que los ancianos que ya perdieron sus oportunidades para progresar tengan una vejez digna. Eso no le gusta a una clase alta acostumbrada a quedarse con todo y no debería sorprendernos. Lo que sí da pena es ver a gente de clase media y hasta de clase media baja, indignarse por esas propuestas.
A pesar de que Lenin aclaró que el incremento es "para proyectos o emprendimientos que generen puestos de trabajo con asesoramiento y capacitación", muchos quieren posicionar el discurso de que otorgar un bono convierte a los pobres en vagos y no saca a la gente de la pobreza.
Lo que esa gente parece ignorar es que actualmente, los beneficiarios del bono de desarrollo ya se convierten en emprendedores gracias al bono, al crédito de desarrollo humano y a las capacitaciones y oportunidades laborales en las que se los incluye y esas son, precisamente, las medidas que los ayuda a salir de la pobreza.
La soberbia del discurso opositor que califica a de vagos a los beneficiarios del bono de desarrollo contrasta con los hechos: solo en 2013, 250000 ecuatorianos salieron de la pobreza extrema. Todas las formas de pobreza se han reducido en Ecuador en los últimos diez años y se ha reducido la desigualdad gracias a que la entrega del bono de desarrollo humano tiene elementos de corresponsabilidad y apoyo a los emprendedores. Esa y otras medidas tomadas por Ecuador contra la pobreza y la inequidad tienen el reconocimiento de los pobres, pero también de organismos internacionales como el Banco Mundial, la UNESCO, la CICC, la ONU, etc.
Como dijo el presidente Correa, la oligarquía sí tiene conciencia de clase y la usa en su beneficio. Son los pobres y las clases medias las que no la tienen y dejan que otros les posicionen discursos mentirosos.
Es probable que muchos de esos clase media que se creen ricos terminen votando por aquellos que sucretizaron la deuda, los que hacían negocios con las barcazas o por los que se beneficiaron con la estafa bancaria. Es probable que esos clase media que se creen ricos nunca reclamen por los miles de millones que el Estado destina a los ricos mediante subsidios a los combustibles, al gas, a la educación gratuita, inversión turística, construcción y a tantas medidas en que los grandes beneficiados son los de la clase media alta y alta.
Lo que resulta poco probable es que los pobres reclamen y exijan que se les niegue beneficios a los ricos. Cuando los clase alta, clase media y clase media baja dicen que Correa ha fomentado el odio entre pobres y ricos, omiten que los odiadores son ellos, no los pobres. Los pobres no odian a los ricos. Los pobres no sufren por los beneficios de los ricos. A los pobres les basta con que al fin haya un Gobierno que se preocupe por ellos y los ayude a salir de la pobreza en esta generación.
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