martes, diciembre 13, 2022

Cómo se bautizan las especies

 Publicado en revista Mundo Diners, ABRIL 1, 2022 

Imagina que caminas por una arboleda y, de repente, encuentras una rana, una mariposa o un ave. Le tomas una foto y la comparas con todos los animales que se le parecen, pero no hay con qué comparar. Investigas, consultas y descubres que es una especie desconocida para la ciencia, y probablemente tiene en su piel o sus alas la cura para alguna enfermedad. ¿Qué nombre le pondrías? No hablamos solo del animalito que tienes frente a ti, sino de toda una especie. 

Elegir un nombre para nuevas especies suele ser sencillo, más de lo que parece. Usualmente se define con alguna referencia al sitio donde fueron descubiertas, a alguien importante en la conservación de la especie, a una característica particular o en honor a una persona significativa para quien la descubre. Hay especies como Pristimantis ledzeppelin, bautizada así en honor a la popular banda británica de rock, o Anolis nemonteae, por Nemonte Nenquimo, defensora de la naturaleza. Asimismo, hay científicos que han dado nombres más íntimos a las especies que descubrieron: la de un ser querido o su héroe de la infancia. 

En el Ecuador, el descubrimiento de nuevas especies es casi un tema cotidiano. Solo en 2020 se encontraron diecinueve nuevas especies de ranas y sapos, el 12 % del que se ha registrado en todo el mundo en ese año. Según la última revisión del estado anfibio mundial realizado por la Universidad de Berkeley, nuestro país es el que más especies ha descrito en los últimos cinco años, a pesar de las limitaciones de presupuesto y tecnología. 

Hace tiempo superamos las 643 especies de anfibios, 1699 especies de aves, 457 especies de mamíferos y 495 de reptiles. La institución que lleva el conteo oficial de las especies en el Ecuador es el Instituto Nacional de Biodiversidad (Inabio), creado en 2014, pero su presupuesto no permite un mayor trabajo en la descripción de nuevas especies, mediante, por ejemplo, la convocatoria a fondos concursables para investigación. 

Prácticamente, desde hace cuatro años, no hay fondos para realizar este trabajo, a pesar de que su importancia es evidente. Usualmente, la academia aporta con algo, pero con frecuencia los estudiantes van con recursos propios porque deben concluir su tesis de graduación. Muchos investigadores tienen la taxonomía como proyecto paralelo porque no hay fondos para los de este tipo. Se requiere un fondo mínimo para traslado, estadía y registro. 

El problema está en la voluntad política. Blanca Ríos-Touma es ecóloga acuática y al menos dos veces al año sale a explorar los Andes ecuatorianos junto con sus estudiantes y colegas. Ella considera que sería más eficiente otorgar fondos para proyectos pequeños de registro. En el bosque protector Los Cedros, en la provincia de Imbabura, se estima que podría haber unas treinta o cuarenta especies esperando a ser descubiertas. Comprensible, considerando que es una de las zonas más biodiversas del mundo. 



Blanca Ríos-Touma Es experta en ecosistemas acuáticos y al menos dos veces al año sale a explorar los Andes ecuatorianos junto con sus estudiantes y colegas. Fotografías: Ronald Salazar. 

Los Cedros no es el único lugar factible; de entre todos los lugares con mayor potencial para descubrir nuevas especies son los bosques de los Andes tropicales, “donde la geografía tiene tantos lugares separados por valles, o montañas y se espera que en estas condiciones haya mucha diversidad y especies exclusivas de cada sitio”. En Los Cedros, Ríos-Touma descubrió y catalogó la Atanatolica decouxi, un insecto que vive en rocas cercanas a las caídas de agua de las cascadas y, cuando está en estado larval, construye un capullo blanco que abandona poco después, cuando le crecen las alas. 

Para encontrarla partió en una primera expedición con sus colegas Ralph Holzenthal, Andrea Encalada y Raúl Acosta. En la cascada de La Plata encontraron muchas larvas y, aunque no lograron colectar especímenes adultos, sabían que con mucha probabilidad era una nueva especie, y la nombraron en honor a José DeCoux, un ambientalista que ama, administra y protege la reserva desde hace décadas. 

La científica volvió poco después con sus estudiantes de la maestría de Ecología Tropical en la que daba clases y usó trampas de luz para atrapar insectos adultos. A pesar de lo poético del nombre, una trampa de luz puede ser tan simple como una tela blanca que rodea una luz artificial para que los insectos se queden en la tela mientras buscan, precisamente, la luz. Llevaron a los insectos al museo, donde diseccionaron su aparato sexual y los compararon con especies similares ya descritas. 

Cuando se las encuentra por primera vez es difícil saber si se trata de nuevas especies y confirmarlo podría tomar años. Si se determina que se trata de una especie diferente, se procede a describirla, resaltando las diferencias con las especies cercanas. La satisfacción de describir una nueva especie va más allá del mero hecho de tener otra publicación indexada en revistas científicas. 

El ser humano cambia al saber que es la primera persona que mira a los ojos a ese animalito, en un encuentro que puede ser el principio de la salvación y conservación de esa especie, como hicieron precisamente en Los Cedros, donde la comunidad ganó un juicio histórico contra la minería y uno de los principales argumentos fue la presencia de especies amenazadas.

El trabajo de laboratorio es vital para confirmar resultados del análisis morfológico. Uno de los mayores expertos en el tema es el científico Santiago Ron, que ha estado describiendo especies desde 1999 y tiene ya 75 descritas. Forma parte de Arca de Noé, el programa más ambicioso y efectivo de registro de nuevas especies en el Ecuador, que desde 2008 se ha mantenido con fondos de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE), Senescyt y otras instituciones nacionales y del exterior. 

Santiago ha realizado mucho trabajo de campo, pero últimamente ha estado más dedicado a la docencia y al trabajo de laboratorio. Allí extrae el ADN de la especie que sospecha es nueva, lo amplifica y luego se lleva las muestras al exterior para realizar la secuenciación y comparar con las especies ya descritas.

Muchas veces, en esa etapa, se determina que la especie investigada ya ha sido descrita, pero no en el mismo sector. Santiago explica que la secuenciación se realiza fuera del país debido a que resulta más barato y, a pesar de la urgencia por describir todas nuestras especies, el Ecuador no cuenta con el equipamiento adecuado. Vale destacar que el descubrimiento de nuevas especies no es el único uso para esa tecnología, ya que se podría realizar todo tipo de estudio genético.


Santiago Ron es biólogo especializado en anfibios. Su favorita es la Cruziohyla craspedopus o rana de hoja amazónica.


Ríos-Touma y Ron coinciden en que el turismo comunitario podría ser una opción para ayudar a preservar las especies, pero aclaran que esta actividad podría resultar contraproducente con especies en peligro crítico. La especie favorita de Blanca es Leucotrichia riostoumae, un insecto con elegantes manchas en su espalda, bautizado en su honor por sus colegas.

La favorita de Santiago es la Cruziohyla craspedopus, conocida como rana de hoja amazónica y muy difícil de localizar debido a sus hábitos nocturnos. Para divisar esta y otras, ya hay hoteles que organizan expediciones nocturnas en las que los turistas pueden encontrarse con animales tanto o más fabulosos, seres cuya belleza compite con la de los mejores paisajes del mundo.

Además, adentrarnos en una selva libre de contaminación nos ayudaría a tener una mejor perspectiva de nuestra huella en el mundo. Si no hay tiempo para viajar hasta una reserva, pueden conocer las ranas arlequín que crían en el Centro Jambatu, en pleno San Rafael.

Quienes están en contacto permanente con la naturaleza podrían tener una nueva especie a su lado sin saberlo. Podrían ayudar a encontrar las nuevas especies gracias a una herramienta efectiva que simplemente tienen que descargar en su celular. Se trata de iNaturalist, aplicación que permite observar y sugerir observaciones de especies animales y vegetales. Ese podría ser el primer filtro para llamar la atención sobre nuevas especies que están allí esperando que llegue alguien a ponerles nombre.

Y mientras llega ese día, sirve para conocer las que tenemos a nuestro alrededor, especies que se puede conocer en el portal Bioweb, el mayor repositorio público de información sobre la biodiversidad de este país. Puede ser que en poco tiempo las nuevas especies sean descritas por un grupo de científicos, pero descubiertas por alguien que simplemente se detuvo a contemplar su alrededor. Los nuevos cazadores de especies tienen cada vez más recursos a su disposición.

Según la Biblia, ponerle un nombre a las especies de animales fue uno de los primeros oficios de Adán en el paraíso. Salvar a los animales y ayudarlos a multiplicarse fue el último oficio prediluviano y el primero cuando paró la lluvia. Imagina que estás junto a una cascada en el bosque y de repente se posa en tu mano un escarabajo que se ha cansado de volar.

Lo chequeas con el iNaturalist y compruebas que nadie lo ha descrito antes. Cuando confirmen en el laboratorio tu descubrimiento, podrás darle un nombre al escarabajo, el que quieras. ¿Cuál será ese nombre? 



Especie de rana terrestre. 
La especie de rana terrestre fue hallada en la comunidadde Río Blanco en la cordillera del Cóndor y fue bautizada como Pristimantis ledzeppelin, en honor a la mítica banda de rock británica Led Zeppelin.

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