El fenómeno twitter no tiene más de dos años y consigue lo que ninguna acción política planificada o proyectada desde hace décadas: enlazar/conectar/poner a dialogar a defensores y opositores, mandatarios y mandantes, divos y fans, creyentes y descreídos, bromistas y serios, mujeres y hombres, viejos y jóvenes. Como en el Arca de Noé, ahí cabe toda la “fauna humana”. ¿Es un espacio democrático? Sí, claro.
Sin embargo, este fenómeno se asume como tal en la medida que también genera ciertas ficciones o fantasías de sus usuarios, como aquella de los partidarios de la revocatoria del mandato al presidente Rafael Correa, cuando imaginan que twitteando hacen una efectiva acción política en un país donde el 75% de la población no está conectada a la Internet y qué decir de realizar activismo político vía Twitter. No niego que es una herramienta importante, sobre todo de influencia y agitación. La ficción está en creer que alrededor de eso gira el mundo y que con los twitts se “toma conciencia y suma votos”.
Igualmente hay otra ficción que ratifica una tendencia ya en el mundo: creer que uno se informa y está al tanto del “acontecer mundial” a través de titulares o mensajes que no pasan de 140 caracteres, lo que antes habríamos llamado 140 letras con espacios. Así, algunos ex periodistas y ahora activistas políticos (y no sólo pienso en Carlos Vera, como se supondría) generan diariamente “informaciones”, “noticias” y hasta “primicias” por medio del Twitter y hasta creen que su cuenta personal ya es de sí un medio de comunicación. Y por eso provocan escenarios mediáticos, casi instantáneos, para posicionar lo que ellos desean y no lo que la realidad revela. Por ejemplo: el periodista Carlos Jijón dio por hecho que el Movimiento PAIS sí iba a tomar la dirección de Barcelona Sporting Club, cuando en uno de sus twitts afirmó que con Rolando Panchana el Gobierno repetía las experiencias del PRE y del PSC con ese club deportivo.
Hasta la presente fecha no hay una sola nota de rectificación, si es que se considera la ética y el derecho a la rectificación cuando un “medio” se equivoca o comete un error.
“...algunos ex periodistas (...) creen queY no dejo de reconocer que por el Twitter se puede y debe hacer activismo político. A mí por lo menos no me es ajeno, pero no caigo en la ilusión de que por eso ya tengo montado mi escenario político, como muchos creen que ocurrió con el presidente estadounidense Barack Obama y por tanto quieren repetir esa supuesta experiencia exitosa. Obama no sólo que ya estaba en el imaginario de los “gringos”, sino que todas las redes sociales habían participado de la idea de posicionar en la Casa Blanca a un afroamericano, sin desconocer todo el entramado social, político y económico que dio como resultado electoral el que todos conocemos.
su cuenta personal ya es de sí un medio de comunicación”
La maravilla de la tecnología es que genera ilusiones que luego son incorporadas a la realidad cuando tienen sentido y funcionan para la gente común y corriente, pero también que bien usada rinde frutos económicos y culturales que los twitteros de la oposición a este Gobierno no alcanzan a dimensionar aún, pues están perdidos en la ficción de su propia debilidad política.
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