leyendo el cadáver exquisito, recordé mis tiempos frente a la plaza rodolfo baquerizo, y la forma en que los guardias me miraban feo cuando iba a tomar fotos del lábaro patrio en plena lluvia y casi a la media noche.
o la vez que estuve apunto de perder la vida en el parque de la kennedy y milagrosamente se me permitió permanecer acostado en el césped durante casi dos horas.
recordé también la primera vez que fuimos al malecón Simón Bolívar (ahora se lo llama malecón 2000), con rolando, daniel, la clau, y nosequién más, pero nos tuvimos que salir ante tanta prohibición: "no besar", "no poner los pies en los cables", "no desnudarse con un par de locas", "no permitir el paso de los pelados que vendían colas", "no tomar fotos o videos sin permiso", "no morir de un par de tiros"...
lo malo no es que las cosas hayan empezado y continuado así. Lo malo es que guayaquil esté plagado de borregos mongolos que simplemente agacharon la cabeza diciendo "pegue patrón, no somos dignos de usar nuestros parques sin su genial supervisión".
los niños, niños son, pero si por mala suerte nacieron chiros y necesitan trabajar vendiendo caramelos, no se pueden aparecer por los parques. Si quieren descansar, deben guardar su fundita de caramelos y ponerse ropa bien antes de atreverse a ingresar.
¿así debe ser para que se mantenga el orden? son estas ideas eduardovarianas las que me hacen pintar grafittis pidiendo anarquía total en la hermana república de guayaquil.
recuerdo mi último viaje a n.y. (parece que jue ayer), allá uno puede desnudarse en central park sin que le digan nada (a no ser que uno sea negro, entonces le caen a macanazos). O más claro, en cualquier lugar del mundo, se entiende que los parques son espacios públicos de y para el populacho.
pero acá todavía los parques no son de todos
lo bueno es que cuando la asamblea convoque a nuevas elecciones generales, correíta se va a lanzar para la alcaldía de guayaquil
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