viernes, noviembre 23, 2012

El indulto de Obama

Cuando los primeros colonos llegaron a Plymouth, Estados Unidos, los nativos americanos les enseñaron a pescar, les dieron semillas y ayudaron a cosechar sus alimentos. Celebraron su primera cosecha con un banquete, que auguraba un futuro de entendimiento, respeto mutuo y amistad. En 1863, Abraham Lincoln oficializó el Día de Acción de Gracias y hasta la fecha, se lo conmemora como un día de unión y gratitud por lo que se tiene, omitiendo que el evento quedó en las buenas intenciones y la realidad histórica es que los nativos americanos fueron casi llevados al exterminio desde que los europeos invadieron sus tierras.

En 1947, la Federación Nacional del Pavo inició la costumbre de regalar pavos para la cena del presidente. Harry Truman fue el primero en recibir el plumífero obsequio, agradeció y se los comió. Irónicamente, fue George H. W. Bush inició la tradición de “indultarlos”. En este año, el presidente Barack Obama consultó por facebook si debía “indultar” a Cobbler o Gobbler. Cobbler ganó, pero el presidente decidió “perdonar” a los dos pavitos en competencia. Se los llevarán a Mount Vernon, la residencia donde vivió George Washington.

Pero obviamente el indulto presidencial no cambió el destino de 46 millones de pavos que sí terminaron en una mesa, o los miles que llegaron a los supermercados, pero no se vendieron. Más allá del debate sobre la industria de la comercialización de la vida animal, hay algo de morbo en esa idea de “perdonar” a un animal que no ha cometido ningún crimen (por la sencilla razón de que los pavos no cometen crímenes). El despliegue presidencial de magnanimidad marketera solo evidencia uno de los extremos superficiales del antropocentrismo.

Tal vez los nativos americanos que departieron con los colonos en el primer thanksgiving esperaban entendimiento con los nuevos vecinos. Pero las víctimas de la política internacional gringa ya sospechaban que las cosas no iban a cambiar ni con el premio Nobel concedido al presidente. Fueron los primeros en protestar y hasta ahora han tenido razón.

Los presos siguen en Guantánamo a pesar de que el cierre de ese centro de torturas fue una de las promesas de campaña en la época que Obama decía “Yes, we can”. Tampoco hay “indulto” ni debido proceso para las decenas de personas que, terroristas o inocentes, son asesinadas por medio de aviones no tripulados. El bloqueo a Cuba y el apoyo a Israel se mantienen a pesar de la presión internacional, que aún resulta enclenque a la hora de hacer contrapeso. Los “indultos” que sí son necesarios y justificados siguen en lista de espera.

A pesar de que no había cumplido con la reforma migratoria ofrecida en su primera campaña, en las últimas elecciones, Obama recibió el “indulto” de los votantes latinos y ganó el voto popular con una mínima diferencia. Al final, la vida de un par de pavitos queda para la anécdota.

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