jueves, agosto 13, 2015

El ojo que mira al ojo que mira al ojo que mira Sans Soleil

El sol, la luz, son importantes para hacer cine, pero el ojo que observa el resultado también juega su rol. Sans Soleil (Chris Marker, 1983) puede ser una caja de recuerdos a la que uno se asoma para construir algo nuevo o para simplemente embelesarse con la poesía audiovisual que nos puede llevar de la felicidad a la ternura, al asombro, a la rabia o la frustración en un eterno presente.

En cuanto a ese presente, Gonzalo de Lucas señala:
La impermanencia de las cosas, esa alfombra agitada, esconde también la posibilidad de salir al exterior del tiempo, es decir, de penetrar en la espiral que nos conduzca a la eternidad absoluta del momento presente. Las imágenes dejan ser una huella o un registro y pasan a ser contempladas: (re)actualizadas en un Tiempo en el que "lo que cambia, no cambia".
Fragmentos de películas, imágenes de archivo, tomas para un documental, imágenes que no sabe para qué serán usadas, pueden combinarse con el texto para hacer esa poesía que brota a ratos con fuerza y a ratos subrepticiamente. Se prestan para diversas lecturas, pero ¿A dónde llegarían las imágenes sin el texto? ¿Cuál sería su capacidad para contar una historia? Hay que ver Sans Soleil sin volumen, solo para quedarse con la duda o en la mera especulación. Algunas imágenes no coinciden con el texto y probablemente ese sea una de las pocas interpretaciones en las que resultará fácil coincidir: las divagaciones de la mente son así. Marker divaga sobre Tokio, África, el tiempo... las imágenes, sin el texto, podrían ser sobre cualquier cosa, pero aún así se puede intuir el dedo del director señalando la dirección que debe seguir el espectador.


Uno de los momentos más emotivos de Sans Soleil es el de la gente en Japón llorando por la muerte de un panda de zoológico, en contraste con la escena más fuerte de la película: el brutal asesinato de una jirafa. Aves de rapiña devorando el ojo de la jirafa. Luego, la secuencia de Luiz Cabral y su caída. "Y donde nos quieren hacer creer que se ha forjado una memoria colectiva, hay millones de memorias humanas que pasean su fisura personal dentro de la gran fisura de la historia".


La escena en el templo de los gatos no tiene la poesía que le da su contexto: "Era preciso que vinieran aquí los dos, bajo la lluvia, para cumplir el rito que iba a reparar, en el punto descosido, el tejido del tiempo". La interpretación del director a un acto que posiblemente resulte una banalidad para un espectador occidental nos vuelve a poner a reflexionar sobre la percepción del tiempo en otras latitudes.


Marker dice que "Bastaría quizá con descolgar uno de esos teléfonos que circulan por todas partes para escuchar una voz familiar, o un corazón que late" ¿Pensó en eso al editar las tomas de los teléfonos? ¿Concibió primero el texto y luego buscó teléfonos para filmar? ¿Qué miraba el ojo del director cuando concibió esas líneas?

El trabajo de edición requiere de la narración, aunque la presencia del director no siempre sea para guiarnos hacia un discurso único. "…se suicidó: se dice que no había podido soportar escuchar la palabra primavera". 
A ratos, Marker trata de que veamos las imágenes por lo que son. La narración se interrumpe y el sonido de fondo nos abstrae. Tal vez para él también haya sido un descubrimiento.
Marker divaga porque así es como la gente piensa. La carta es un testimonio de cómo vamos de un tema a otro. Los recuerdos pueden saltar de una cosa a otra, repetirse, incluso llegar a algo que no tiene nada que ver con el tema; pero al final, haremos asociaciones entre algunas de ellas. Las neuronas harán sinapsis en un azar que dependerá del observador y sus propios prejuicios, experiencias y recuerdos. De ahí, se vendrá lo que Fernando Luque Gutiérrez explica como el vértigo:
“Lo que subyace en el planteamiento de Sans Soleil, más allá de su complejidad, es también una cuestión de identidad, de melancolía, y, sobre todo, de un abrumador vértigo, no del espacio, sino del Tiempo ”.
De alguna forma, la imagen permanece, la poesía permanece. Es el espectador el que habrá cambiado después de ver este sôshi audiovisual. Si no cambia, si no logra ver alguna emoción le quedará "un largo comienzo negro". Pero aún así, será el ojo que mira Sans Soleil el que decida el sentido de la imagen, sea influenciada o no por el texto.

 

Otra constante es el ojo que mira al voyeur, sea en las películas y televisión japonesa en las que los protagonistas miran al espectador o en la gente del puerto mirando a la cámara. El espectador también puede descubrirse observado por el film. Somos el ojo que mira al ojo que mira al ojo que mira Sans Soleil.

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