martes, agosto 04, 2015

Movimiento y fade a negro en el documental 48, de Susana de Sousa

En los 48 años de dictadura, hubo presos políticos que entraron y salieron del encierro. Lo que padecieron tras las rejas es ahora un relato oral acompañado por fotos, que con su movimiento que apenas sí se puede notar, están para algo más que mostrar el rostro de los torturados.


De las víctimas de la represión que aparecen en 48, solo se ve fotos tamaño carnet. A las fotos las acompaña la voz de quienes aparecen en las fotos. Las imágenes son de cuando llegaron y de cuando salieron. Tienen un movimiento leve, que en algunos casos resulta imperceptible. Es como si De Sousa quisiera que los rostros se queden en nuestra memoria, rostros que fueron cambiando sin que sus contactos en el exterior tengan mayor noción de cuánto se demacraban por el efecto de una tortura que pocos presenciaron, pero que existió.

Algunos presos políticos que estuvieron durante varios años encerrados recuerdan detalles de la vestimenta que llevaban el primer o último día. Otros no recuerdan esos detalles, pero narran la tortura mientras la foto nos recuerda que, cada rostro que pareciera haberse quedado detenido en el tiempo, en realidad tuvo un movimiento, una acción, un cambio, que se vuelve más notorio cuando aparece la foto del "después", en la que las ojeras, el pelo escaso, las cicatrices, aparecen también con su movimiento leve. Y es que después de salir, los presos, al igual que las fotos, tuvieron su dinámica. No se quedaron detenidos en el tiempo, permanecieron hasta convertirse en testimonio.



Hay un periodo obscuro, que precisamente se trata de rescatar con el documental, pero no todo es asible. El testimonio oral está para develar las torturas de forma directa, contundente, especialmente en los silencios, inclusive en el silencio que precede a la nueva foto carnet. Muchas cosas se quedan fuera del relato, sea porque no fueron recordadas en el momento de filmar o porque los torturados decidieron omitirlas. El fade a negro con el que cambian de una foto a otra mientras los protagonistas hablan, parece un recordatorio de que algo pasó entre el "antes" y el "después". Algo que el espectador solo podrá intuir, suponer, especular.

Con respecto al manejo de los tiempos, de Sousa comenta:
“Quería que esas fotografías fueran también una imagen del presente y que los prisioneros contaran sus experiencias de la dictadura, pero con todo el peso de la memoria, todo el peso de lo vivido, desde un punto de vista del presente. Es con esa especie de co-presencia de tiempos heterogéneos con lo que quería trabajar, para hacer un tipo de relación más compleja entre el presente y el pasado, menos simplista que la de los documentales convencionales”.

¿Qué tan presentes estaban los recuerdos en la memoria de los que narraron las historias? ¿Qué tanto cambiaron? El cine documental es un ejercicio de memoria y como tal, está supeditado no solo a lo que vivieron sus personajes, sino también a las experiencias que tuvieron después, a si perdonaron, olvidaron, permitieron crecer el odio y/o el resentimiento, etc. Entonces, no solo hay que considerar lo que pasó entre el “antes” y el “después”, sino también lo que pasó después. Pero eso no forma parte del documental.



¿Por cuánto tiempo veríamos una foto carnet si no tuviera movimiento/fade? ¿Qué tan presentes estaban los recuerdos en la memoria de quienes narraron las historias? ¿Qué tanto cambiaron? El cine documental es un ejercicio de memoria y como tal, está supeditado no solo a lo que vivieron sus personajes, sino también a las experiencias que tuvieron después.

¿Cuánto aporta esa suerte de movimiento/fade a la elaboración de sentido?

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