"Jamás hasta entonces había disfrutado del éxito y la notoriedad, pero gracias a esas elecciones perdidas la gente comenzó a saludarme, algunas chicas me felicitaron por haber hablado tan "regio" y de pronto sentí que todo el mundo me masajeaba el ego con admiración. Mi primera aventura política había sido un fracaso, mas ya percibía el calor incondicional de mi electorado".
El otro día fuimos al concierto de iwasaki para comer chocolates, tomarnos unos tragos y ver la presentación de su “libro del mal amor”.
Cuando uno va a una presentación de libros, sabe que la cuestión va a ser terriblemente aburrida, a no ser, claro está, que se trate de algún libro del autor de este blog.
Sin embargo, desde el principio la gente se moría de la risa. iwasaki, al igual que el autor de este blog, además de tener una extraña relación con su estilista, tiene sentido del humor. Revisando el libro que compré para enviárselo autografiado a la mexicana más deseada de este blog, noté cierto aire rafaeliano. El sentido de la ironía y el sarcasmo del iwasaki se parece bastante al que destila este blog en sus buenos momentos.
Ustedes, leales lectores, se han de estar preguntando cuánto me pagó alfaguara por este post, pero la información es confidencial.
A media presentación, los intelectuales que asistieron se dedicaron a afiliarse al bono de correíta. Yo lamenté amargamente no haber llevado mis formularios, tengo que llenar 1000 de aquí hasta el viernes, y recién llevo 3.
Espero que en esta semana haya más lanzamientos de libros, así podré llenar los formularios que me faltan.
Cuando fuimos a autografiar el libro, iwasaki se negaba a firmar el de eduardo. Es decir, hacía como si no lo escuchara, y eso le bajó la moral al pobre, que tuvo que ubicarse al lado de iwasaki y halarle la manga de la camisa a cada rato para dejar de ser ignorado.
Mostrándole la cédula, eduardo le comentó que el 14 de noviembre es su cumpleaños. Después de morirse de la risa con la foto de la cédula de eduardo, iwasaki accedió a firmarle el autógrafo mientras eduardo le decía "pegue patrón, pegue".
Cuando salimos, ya se habían comido todos los chocolates y sólo quedaban vasitos plásticos vacíos.
eduardo olvidó mencionar que la intelectualidad guayaca, además de llenar formularios para el bono de correíta, suele ser rápido con las mesas de bocaditos y colas.
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