viernes, marzo 11, 2011

tsunami, Gobierno y prensa


En la mañana, Lenin Artieda y otros decían que era muy apresurada la declaratoria de emergencia por el eventual tsunami provocado por el terremoto en japón. Al final, lograron evacuar a más de 250.000 personas y algunos animales como el solitario george sin mayores incidentes, acción sin precedentes en la administración de desastres.
Esto fue posible gracias a la Secretaría Técnica de Gestión de Riesgos, instancia que, entre otros desastres, se está preparando para enfrentar hasta un eventual apocalipsis zombie.

Hubo saqueos, pero no fueron tan graves como en el 30S. Por su parte, la prensa se dedicó a transmitir patito feo, la pareja feliz y más lata, pero esta vez no tendrá la oportunidad de culpar a Correa por esa falta de cobertura e incompetencia. Un caso de antología fue el de Ecuavisa, que ya en la tarde lanzó un flash informativo de pocos segundos, en el que dijo lo que todos los que tienen acceso a internet sabían desde temprano. Algunos dirán que la mayoría de los ecuatorianos no tienen acceso a internet, y mucho menos una cuenta en twitter, pero no por eso se les va a dar información descontinuada. Lo peor es que en el noticiero de la noche se jactaban de ser el único medio presente en Salinas.
De la cobertura in situ, ni hablar. ECTV fue el único canal que brindó información permanente sobre lo que se hacía en toda la costa, aunque hay que destacar que su presencia en redes sociales no está en nada.

También se cuestionaba al presidente por hacer cuartel general en Guayaquil en vez de ir a Manabí o Santa Elena. Mucha gente ignora que en Guayaquil, en el edificio del Gobierno del Litoral, está la sala situacional de la SNGR. Era el lugar más adecuado para monitorear y dirigir las acciones de respuesta, de las que poco se habló.

Puede que la crítica menos meditada sea la que se hizo por decretar estado de excepción por hasta 60 días. carlos vera ya se preparaba para criticar al presidente en caso de que nada sucediera, como si los presidentes tuvieran una bola de cristal para estos casos. La otra opción habría sido esperar las inundaciones y las muertes para decretar el estado de excepción, y que recién entonces se pudiera destinar recursos para atender a los damnificados en los días posteriores al tsunami.

Pero estamos hablando de los políticos locales, de la oposición. Su rol es buscar cualquier falla en el Gobierno para tratar de desdibujar lo bueno que se hace. Mal haríamos en esperar propuestas, sobre todo en el caso de quienes desde el principio han estado más preocupados por tumbarlo que por plantear una alternativa viable.

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