jueves, septiembre 01, 2011

Carlos Jijón y la libertad de expresión


No tengo radio, y no he podido escuchar la entrevista a Carlos Jijón sobre la libertad de expresión.
Asumo que hablará del derecho de todos a decir lo que nos dé la gana, con responsabilidad, claro.
Me pregunto si en algún momento hablará de la cortesía y respeto a la opinión de los demás.
A no acosarlos para que piensen igual a uno.

A no presionarlos para que defiendan lo que uno quiera que defiendan.

A valorar a la gente a pesar de que algunas de sus opiniones difieren, sobre todo cuando se trata de "un libre intercambio de opiniones entre amigos e iguales"

A utilizar palabras fuertes para que los demás bajen la guardia en sus opiniones.

A especular con las opiniones e intenciones de los demás para hacerlos quedar como poco informados.

A batraciar la opinión de los demás

A incomodar a otros con adjetivos cuidadosamente elegidos.

O simplemente insultar con términos como "cobarde", solo porque no se piensa igual.

Changos! Seguro la entrevista fue muy entretenida.
Por cierto, criticar y atacar a colaboradores de tu blog que opinan lo que les da la gana, ¿no es "correísmo puro"?

2 comentarios:

Orlando Pérez dijo...

No tengo ninguna duda que Carlos Jijón ha dicho lo que siente, aunque suene demagógico: es respetable,pero ya voy sintiendo asco de lo que parece respetable,porque se confunde con doble moral, políticamente correcto y hasta ciertos moralismos decimonónicos.
Jijón es de derecha y la defiende y asume como periodista. No habrá, por tanto lugar a dudar que todo lo que sea a favor de Palacio será parte de su militancia, como también desconocer al otro, ubicarlo como enemigo y usar su medio de comunicación para proselitismo de derecha, camuflado hipócritamente como periodismo independiente.
Es mi opinión, ¿la respetará Jijón?

Anónimo dijo...

Mientras no nos condene al y opine lo que le de la gana al Sr. Jijón, con el respeto debido, es la libertad del caballerito.

Sería bueno revisar el contenido total de la discusión vía Twitter, puesto que muchas veces la escalada de violencia verbal (no precisamente con expresiones procaces o groseras) puede llevar a eso. A la total negación.


Y de ahí a la ocuridad.