jueves, enero 18, 2007

Clonaron a Fidel Castro

Es bien conocido el desarrollo de la medicina cubana como método para asegurar el bienestar de todos aquellos que por culpa del bloqueo gringo no podrían aliviar sus dolencias en un pequeño país del tercer mundo como Cuba, en el que los recursos faltan y la mala suerte parece sobrar.

Pues bien, recientemente, un médico disidente, que tuvo acceso a dvd’s pirateados de famosas series como nip tuck o “general hospital”, descubrió que en gringolandia tendrían sueldazos de burócratas dorados, así que negoció con la comunidad de balseritos que mandaron al diablo al modelo de responsabilidad social implantado en la isla y se fue a miami en un camión que usaba todos los días para ir a un hospital de Varadero.

No fue fácil. Como todo macho latino que se respeta, tuvo que dejar a su esposa porque no había espacio para ella en el vehículo, al que había llenado de pelotas de ping pong robadas a la selección nacional que se estaba preparando para las olimpiadas. Por cierto, a ese doctor se le abrió un expediente, y le espera un proceso por atentar contra el deporte y abandonar a una mujer embarazada. Se dice que le espera un pelotón de fusilamiento, aunque las fuentes oficiales explicaron que en realidad se le hará devolver las pelotas de ping pong y tendrá que hacer trabajos forzados: hacerse cargo de la neurótica de su mujer y del hijo que dejó abandonado, a quien por cierto, decidieron inscribir en la Escuela Nacional de Ballet.

En fin, el tipo acomodó como pudo una serie de documentos de un oscuro proyecto en el que participó hace aproximadamente 30 años: la clonación de Fidel Castro.


Así es, cuando el Che se fue a Bolivia, Fidel se dio cuenta de que algunos individuos son imprescindibles para mantener el status quo de la revolución. Su hermano era menor con pocos años, y a decir verdad, le faltaba algo de carisma para llevar el negocio familiar con eficiencia. Como no había la certeza de que un hijo suyo pudiera mantener el modelo social sin ser tentado por la maquinaria propagandística gringa, gracias a un consejo de su amigo Ernest Hemingway, decidió convocar a la élite de la investigación de su país para que cumplan uno de sus sueños dorados: asegurarse de que en la isla hubiera un tipo igualito a él cuando ya no pudiera dirigir las marchas del primero de mayo.

El primer clon de Fidel fue, paradójicamente, el único que quedó de todos, y es que la tecnología que hoy ellos consideran obsoleta, permitía clonar a una persona, pero el clon tenía que experimentar todos los procesos de un ser humano común: nacer, crecer, vivir la pubertad, conocer las delicias del sexo (a manos de las mejores jineteras de la isla), y acostumbrarse a dormir en un país sumamente caluroso con una barba insoportable que tenía que lavar todas las noches para quitarle sobrantes de pizza, residuos de ron, lápiz labial y sudor de jineteras, etc.

Por las noches, Fidel se reunía con su clon para contarle todo acerca de sus valores, enseñarle acerca del manejo de la isla, y las mejores maneras de provocar úlceras a los presidentes gringos con un solo discurso de 4 horas.



También le enseñó a negociar con empresas como Adidas para conseguir los contratos de publicidad que permitieran sustentar la Revolución.

Con el tiempo, la tecnología se fue perfeccionando, y llegaron a desarrollar clones que tenían la misma edad de Fidel desde su nacimiento, lamentablemente, los elementos de la CIA, la mafia, los balseritos, y algunas amantes celosas, fueron eliminando uno a uno a todos los clones que se creaban para proteger a Fidel de sus enemigos.

Un día el Papa tuvo que ir secretamente a la isla para hacerse un tratamiento médico, y se reunió secretamente con Fidel, quien decidió que era la hora de cerrar el laboratorio de clonación hasta que este sistema fuera aceptado por Vaticano.

En cuanto al primer clon, el único que quedó vivo, un día tuvo un altercado con Fidel debido a que estaba cansado de tener que acostumbrarse a fumar habanos. Le pidió a Fidel la oportunidad de conocer la isla sin tener que decirle a todo el mundo que era el famoso clon. La única condición era mantenerse alejado de las personas mayores de edad o de los intelectuales.


El clon siguió las instrucciones al pie de la letra: se la pasaba en el Tropicana con jineteras menores de 18 años, ya que éstas, oficialmente, no existen.

Recientemente volvió a reunirse con Fidel para arreglar las cuestiones del cambio de mando, y se espera que bajo su dirección, las cosas sean iguales o mejores que antes. Los discursos seguirán siendo de una hora, pero son tan graciosos, que ya están negociando para poner un resumen semanal en Saturday night live, o incluso, para tener su propio reality show.

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