Héroes entre nosotros
Ciudadano se queja por afrentas en la zona regenerada
Me fui a pegar el encebollado matutino y me encontré con el borrador de una carta:
"Ab. Jaime Nebot S.
Alcalde de la M. I. Municipalidad de Guayaquil
Ciudad
Estimado Jaime, ante todo, quisiera agradecer los regalos que nos enviaste en navidad. Como siempre, un buen detalle de tu parte. Espero que te hayan gustado la escultura que te hicimos llegar como agradecimiento.
Te escribo porque el otro día llevaba a mi hija al Tennis Club, y nos topamos con un pordiosero que dormía en plena esquina de 9 de Octubre y Tungurahua. Cuando mi hija me preguntó si era un señor al que habían asaltado y estaba desmayado, no supe qué responder, así que opté por llevarla de compras al Riocentro.
Jaime, no es posible que nuestros hijos vayan por las calles encontrando esa clase de individuos. Se supone que tenemos zonas regeneradas y esa área no es para ellos. ¿Qué pasará mañana? ¿Encontraremos niños vendiendo cola en el Malecón? ¿lustrabotas en el MAAC? Por favor, estamos a una cuadra del Tennis Club…
Recuerda lo que decías hace poco tiempo: “Primero la gente”. No puede ser que se permita a esos deambular por nuestras zonas regeneradas con total impunidad. Supongo que se permite semejante afrenta porque los guardias han de ser moradores de la Trinitaria o esos lugares donde hay muchos marginales; y por pena, los dejan estar allí para esperar que alguien les de una moneda.
Mi humilde opinión es que se verifique la procedencia de los guardias, al menos en sitios clave como el Club de la Unión, o el Tennis. Deben haber guardias más conscientes, por lo menos de la Alborada, que entiendan que deben evitarnos la molestia de ver a tanto marginal invadir nuestra ciudad.
Mi hijo Tomasito (tu ahijado), me ha comentado que en las noches hay vendedores de cigarrillos y hasta pandillas de niños que se acercan a pedir dinero cuando se pone el semáforo en rojo. En una ocasión tuvo que llevar a su perro para que no se le acerquen a rayarle la pintura al Montero.
Si no se toman medidas a la mayor brevedad posible, nuestra ciudad se verá invadida por tantos marginales que no habrá forma de desalojarlos..."
hasta aquí estaba escrita la carta. Me da pena por la persona que estaba preparando este oficio, porque ahora va a tener que escribir tooodo de nuevo. Me quedé con la curiosidad, porque al no estar concluida, no tenía la firma.
Si mañana dejan de haber niños pidiendo dinero, y si el tipo al que le falta un pie, y el otro que duerme en la esquina dejan de aparecerse por acá, sabremos que fue gracias a ese ciudadano ejemplar.
Otro héroe anónimo de nuestra querida ciudad.
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