domingo, enero 23, 2005

articulista invitado
Sarta de hijos de...!
Entre Drácula y Frankenstein. Entre el sida y el cáncer. Entre las ratas y los ratones. Entre rateros y banqueros. Entre Vito Corleone y la Mama Lucha. Entre la caca y la mierda. Entre Febres, los social-cristianos y la cada vez más Derecha Democrática; o el coronel, el murciélago y el otro dueño del país nos quieren obligar a optar. Nos intentan que elijamos uno u otro, y todos con razones bastardas, parciales, distintas en las formas y tan iguales en los contenidos.

"Bueno -nos dicen- total, Frankenstein fue hecho con la piel de muchos, construido con los retazos de todos". O nos repiten: "Bueno, total, la mordedura del vampiro te hace inmortal... y siempre hay chance a tener una cruz a la mano, o ajo, o una bala de plata".
Me niego a ser parte de uno u otro bando, de una u otra banda, de una u otra mafia. Ni tus hijos ni mis hijas merecen vivir en un país condenado a ser mandado por los hacendados de El Cortijo o la Bananera.
Me niego a que haya desaparecido la izquierda, a que no haya referentes para los guaguas y los chicos que aún asisten a clases de historia y cívica.

Me niego a que esta sarta de hijueputas nos manden siempre. Y a dejar que nuestra sangre corra en beneficio de unos u otros. Me niego, rotundamente, a creer que ya no hay porvenir.
A partir de hoy, por meses, por años, por siglos, por el tiempo que fuese necesario, escribiré tratando de contribuir a la maldita unidad con lo que queda de Pachakutik, de MPD, de PSE, de izquierda sin registro legal, de indígenas y de grupos sociales.
Me niego a emigrar, carajo. Me niego a decirle a mi hija que no pude cambiar esta miserable historieta por una historia que nos toca, nos tocará, hacerla... con asco, con vergüenza, con dolor, rabia, llantos pero con mucha esperanza.

De cambiar todo se trata. De refundar una república distinta, la tercera y no vencida se trata, que la primera fue opereta colonial, la segunda es la opereta de los crápulas que nos han gobernado. No medias tintas, no cortecitas, no palacitos, no tribunalitos, no cuartelitos.
El 31 de diciembre, la noche más repleta de guaguas de la calle que he visto, alguien contó un mal chiste: "Primer cuadro: aparece Lucio con una sarta de cangrejos. Segundo cuadro, León con otra sarta de cangrejos. Tercero, Abdalá con una sarta de cangrejos. Cuarto, Alvarito con otra sarta de cangrejos. ¿Cómo se llama la obra? Sarta de hijos de puta". "¿Y los cangrejos?", pregunté. "La izquierda, pues, caminando para atrás", me respondieron.

Alexis Ponce, Quincenario Tintají, ed. 59

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