sin saber leer ni escribir
Desentrañando los misterios el universo
Sapeando el blog de Nita, encontré el “lector de mente ”, la plena que siempre coincidía, y al igual que el pana de Nita, pude develar empíricamente el misterio: invariablemente, la sumatoria de las cifras cualquier número entre 10 y 99, restadas del número en cuestión, dará como resultado cualquiera de las cifras de abajo.
0, 9, 18, 27, 36, 45, 54, 63, 72, 81.
Donde tenemos:
0 y 0 (0)
0 y 9 (9)
1 y 8 (18)
2 y 7 (27)
3 y 6 (36)
4 y 5 (45)
5 y 4 (54)
6 y 3 (63)
7 y 2 (72)
8 y 1 (81)
(Nótese el orden creciente y decreciente de las cifras)
Algún día habrá alguien que le de una explicación a este asunto, no es nada complicado, sólo que me da pereza ponerme a hacer cálculos.
Ahorita, solamente hago cálculos renales.
Otra vez Nita
Monumento al cacao
Otra ideota que se me ocurrió sapeando el blog de Nita, es la de hacer un monumento a la pepa de oro. Los bancos que hizo Xavier Patiño fueron financiados por una constructora.
De pronto acá se le puede pedir a CONCEGUA que consiga el financiamiento de las constructoras. Pilas Lapentti, de vez en cuando es bueno que se haga algo en Naranjal. Claro que no es una obra prioritaria, pero si viene de la empresa privada, ya pos.
(la idea es esa, considerad que toy enfermito)
Sólo faltaría la capacitación en servicios, las vías de acceso a Cerro de Hayas, al Centro Shuar, la 6 de Julio, etc. y alguna infraestructura vaga por ahí. Por acá hay muchas comunidades que podrían progresar con el turismo.
Servicio al cliente
Anoche nos fuimos al cine a ver “La séptima víctima” (Darkness) con los chicos del Ecoclub San Esteban que vinieron a dar las capacitaciones de dengue, diana, katysar, yesi y la whenducha. Tuvimos dos experiencias de lo que es el servicio al cliente.
La primera fue en el cine, por fallas en la comunicación, terminé pagando entrada completa a pesar de que tenía la Diners y hasta boletos de 2x1 de las raspaditas y de Mi Comisariato. Como no me expliqué bien, la chica de la boletería me cobró los valores completos. Al decirle yo que mi intención era tener un descuento del 50%, y que consideraba necesario que en honor al servicio al cliente, me devolvieran el dinero que pagué demás. La niña me dijo que no se podía hacer nada. Entonces pregunté de nuevo por el servicio al cliente, y la niña me dijo (literalmente) que en ese cine no había servicio al cliente.
Si me hubiera dicho que ella no tenía la potestad para tomar esas decisiones, yo me habría quedado frío. Pero no pudimos admitir que nos dijeran que “no hay servicio al cliente”, así que nos fuimos con la yesi a hablar con el supervisor. Le contamos el caso, y él, a pesar de que tenían argumentos para no hacernos caso, optó por devolvernos el dinero.
La segunda experiencia fue con el taxi, nos tocó el tipo más rayado de Guayaquil. El tipo iba a 120 km. por hora, y en vista de los gritos de la estimada whendicita y de la yesi, bajó la velocidad a 80km por hora. Después de dejarla a la yesi y a la whenducha en sus respectivos hogares, el desgraciado se olvidó del servicio al cliente y volvió a andar a 120. No conforme con eso, puso reggetón al máximo volumen.
Luis besó el piso cuando nos bajamos en el hotel, y apenas sí pudo contar su caso a los demás, ya que tenía el corazón en la boca.
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